miércoles, 8 de abril de 2009

El galeno de los cuatro caminos



Abelardo Oviedo


Foto: Rafael Torres

En una de las aulas del capitalino Instituto de Medicina del Deporte (IMD), una veintena de galenos estaba muy atenta a las palabras de Aldo López, máster en control médico del entrenamiento. Explicaba cómo analizar el gráfico en estudio: “Esta parte de la ejercitación constituye un proceso anaeróbico y permite conocer el comportamiento del muchacho en ese lapso”.

Tras despedirse de sus discípulos fue hacia el local destinado a los profesores. El mulato acicalado con gafas de gruesos cristales y vestido sobriamente agradeció la presencia de BOHEMIA y, enseguida, contó acerca de los caminos recorridos por él antes de conformar la plantilla del IMD y su desempeño como profesor auxiliar de esa institución.

“Mi inicio en la hoy llamada gimnasia artística no se debió a ser un niño hiperkinético, como suele ocurrir con otros muchachos cuyos padres los inscriben para disminuir su exceso de actividad. La practiqué desde la escuela primaria y en el Instituto de La Habana creció mi interés porque, además de las buenas condiciones del gimnasio, trabajaba allí Bebo Arroyo, un entrenador muy capacitado.”

Aldo asistió a su primera competencia en el año 1960, como integrante del equipo de la Escuela de Iniciación Deportiva de Becas y fue el máximo acumulador. Inmediatamente, ingresó en la preselección nacional y se preparó para intervenir en diferentes lides internacionales, como el campeonato mundial de Praga, en 1962. Al mismo tiempo que entrenaba, era profesor de niños.

Entrenador

“Una fractura en el antebrazo derecho me alejó del deporte activo… Entonces me dediqué por entero a la enseñanza y tuve alumnos de la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA). De esa última etapa siempre recordaré a Emilio Sagré. Él trabajaba con especial limpieza los ejercicios a manos libres y el caballo de salto”, apuntó López.

En efecto, Sagré es uno de los grandes gimnastas de todos los tiempos en Cuba. Sus selecciones incluían los tres elementos fundamentales: riesgo, virtuosismo y técnica. Dejó su huella en el caballo de salto, pues fue el primero en realizar un ejercicio cuyo perfil es una campana, un mortal y caída lateral.

Parte de esos resultados se debieron a las instrucciones de Aldo. Este discípulo resultó un encarnizado rival para cualquier adversario en los campeonatos nacionales y en lides internacionales. Junto a León Richard, Jorge Cuervo y Félix Roche ofreció una memorable réplica frente al ranqueado equipo de Estados Unidos en la justa continental de México, en 1975. En la temporada de 1978 quedó a dos décimas de ganar el título de gimnasta de clase mundial en la justa universal celebrada en Francia.

¿Médico?

Aldo López siente especial respeto por el magisterio. El entrevistado reclinó su espalda a la butaca y confesó: “También desde niño prefería estudiar medicina. Empecé la carrera en 1961, pero la abandoné por el rigor del entrenamiento. Regresé a las aulas en 1966, convencido de poder aplicar mis conocimientos en la esfera deportiva. Entonces era incipiente el desarrollo de la especialidad en el país”.

Al igual que sus colegas, Aldo ha trabajado con varias disciplinas. Guarda anécdotas de muchos casos, entre los más notables, el de Roberto León Richard.

“Sufrió una severa lesión en los Juegos Olímpicos de Montreal, Canadá (1976). Los que integramos el equipo para su rehabilitación dudábamos de su reincorporación a la alta competición. Por lo general, el gimnasta dañado en una extremidad inferior demuestra temor para la ejecución de los saltos y ejercicios acrobáticos.

“Fue un proceso largo, difícil. La voluntad del paciente y la dedicación del colectivo encargado de atenderlo, permitieron su participación en los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980.”

Catedrático

Desde 1985 López imparte clases en el Instituto de Medicina del Deporte y, además de enseñar sobre el control médico del entrenamiento deportivo, colabora en las asignaturas de Nutrición y Fisiología del Ejercicio.

Actualmente, uno de los alumnos más talentosos de Aldo es Ramsés Raymond, especialista en medicina general integral que hace, al mismo tiempo, la residencia y la maestría en Medicina Deportiva. En un breve diálogo este joven comentó: “El profe Aldo figura entre los mejores de la institución. Transmite bien los conceptos y demuestra una autopreparación especial. Está muy actualizado sobre los temas referidos a la resistencia y pruebas funcionales de esfuerzo.

“Los puntos que aborda en la asignatura Control Médico del Entrenamiento Deportivo son básicos para comprender los cambios fisiológicos y bioquímicos asociados a la práctica del deporte. El haber sido atleta y trabajar mucho tiempo en el terreno, le ayuda a tener éxitos.”

En otros países Aldo también posee historia. Ha trabajado en México, Brasil y la India. En la nación azteca intervino en investigaciones sobre las carreras de fondo y en la localidad brasileña de Manaos ofreció sus experiencias a los directivos del deporte rey.

Sin rodeos sentencia: “Mi estancia en la India resultó la más productiva de todas. Allí asesoré un proyecto destinado a crear un departamento de nuestra especialidad en el Instituto de Deportes de las Fuerzas Armadas”.

Además, su dossier internacional incluye —entre otros— congresos centroamericanos y panamericanos de Medicina Deportiva; así como coloquios internacionales sobre gimnasia.
Casi a punto de la despedida ofreció su máxima como profesional: “El médico del deporte debe consagrarse al colectivo que atiende, pues no se trata solamente de asistir al individuo, sino también de acompañarlo en diferentes momentos para evaluar su adaptación biológica a las cargas físicas”.

Y con manifiesto regocijo, confesó: “Siento especial respeto por el magisterio. Reconforta mucho conocer sobre los éxitos de los alumnos en cualquier lugar del mundo. Espero continuar en ese sendero por muchos años”.

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